Nine Inch Nails (aka NIN) fue una de las grandes bandas del Metal Industrial, subgénero que tuvo su apogeo en la primera mitad de los 90, dos años después de la fundación de la banda. Su creador, líder y alma, Trent Reznor, hizo honor a la contundencia fonética de su nombre dejándose llevar por todo aquello que parecía acompañar la estética del movimiento: opresión, oscuridad, sufrimiento…, desembocando en la relación estupefaciente que con tanta frecuencia se tiende a buscar en torno a los genios creativos.
El periodo de descenso a los infiernos de Reznor se sitúa entre 1995 y 1999, y dos álbumes: The Downward Spiral y The Fragile. El S. XXI lo arrancó reconociendo públicamente todos sus problemas pasados, y la promesa de haberse reencauzado y haber abrazado una visión sana de la vida llego a provocar un cierto cachondeo entre fans acérrimos de la banda. Es probable que algunos perdiera por el camino, pero Reznor ha crecido como ideólogo de nuevas maneras de entender la industria musical, y hasta ha ganado un Oscar en 2011. Pero esta no es la historia.
The Downward Spiral, el disco que abría sus 5 años de infiernos particulares, cerraba con Hurt, una canción que parecía anticiparse al reconocimiento de culpas al dibujar la visión impresionista de quien mira hacia su pasado reconociendo su capacidad autodestructiva de todo aquello que en términos generales se conoce como Vida. Fue una canción profética desde el momento en que el propio Reznor se sobrevivió a si mismo, y una pauta que se adelantaba a su siguiente álbum y al punto de giro que supondría la llegada de With Teeth en 2005 con el cantante ya más sano y alejado de tendencias peligrosas. O al menos de las más peligrosas.
En medio de este proceso, en 2002, Rick Rubin, prestigioso productor norteamericano, le proponía a Johnny Cash hacer una versión de Hurt. Cash no dijo que no, y ahí se embarcó en un cuarto álbum de la serie que habían iniciado en 1994 bajo el sello American Recordings. Pero con un matiz: Cash se quedaba con la versión censurada que el propio Reznor había preparado en su momento para poder ser emitida por radios.
Cash fue, unas cuantas décadas antes, otra parte dentro de la redaccion de una improbable Historia del Antiheroe del Rock. Aunque su gran adicción fueron las anfetaminas, fue también su propia espiral la que le llevo a buscar algún tipo de retroalimentación para paliar el desgaste que le producía el trabajo creativo, las giras y, sobre todo, el tener que hacer frente a una notable tendencia a la constricción moral, algo que nacía del choque de sus profunda religiosidad y su propia pertenencia a un ambiente como el de la música, pero también a un entorno social paradójico y árido.
Este choque es el que hizo que se decantara por la version censurada, version que simplemente cambiaba en una frase:
I wear this crown of shit
por
I wear this crown of thorns.
O lo que es lo mismo: cambiar “corona de mierda” por “corona de espinas“, algo sutil y que en el fondo no modificaba la idea que Reznor transmitía en la letra original, pero más cómodo para un Cash que no aceptaba la blasfemia a pesar de no haber sido, ni mucho menos, un ejemplo moral. De hecho Cash y Reznor compartieron un descenso a los infiernos a partir del sentimiento de culpa, la búsqueda de la redención y el intento por aceptar los rasgos oscuros de sus respectivas personalidades, algo que no tiene nada que ver con el más convencional desfase de estrellas que se encuentran con el mundo a sus pies.
Hurt no tuvo vídeo oficial por parte de NIN. Lo más parecido es esta grabación realizada durante la gira de 1995. Y en realidad no hacía falta más: Una serie de proyecciones sobre una tela gigante dibujaban un infierno en blanco y negro, y tras estas imágenes la figura de Reznor se mantiene impasible para desembocar en un estallido final con un cierto tono mesiánico.
Si lo tuvo cuando Cash realizo su versión. El encargado de dirigirla fue Mark Romanek, quien precisamente realizara el vídeo de Closer, uno de los dos singles oficiales de The Downward Spiral. Cash se encontraba a un año de su muerte, así que el carácter epitáfico era doble: por un lado la propia letra podía servir como una mirada de Cash hacia su pasado, por otro Romanek realizo un cruce entre imágenes en las que se veía al Johnny actual, completamente demacrado, y retazos de su historia que iban destacando constantes de su vida alejadas de cualquier intencionalidad hagiografía, incluyendo a su mujer, June (uno de los pilares de la vida del cantante, y que falleció pocos meses antes que él), entremezclándolo en su final con pasajes del martirio de Cristo, algo que tanto podía servir para la transgresión original de Reznor como para la celebración del sufrimiento que parecía trascender de la posición de Cash ante la vida.
Y así es como en realidad Hurt podría haber sido un adecuado himno para la Semana Santa, por su capacidad para dibujar dos visiones de la asunción del martirio y el sufrimiento como objeto redentor, como para poder posicionar dos perfiles muy distintos como paradigmas de la entrega. El año que viene en enimaXes nos proponemos recuperarlas antes de que empiecen las procesiones.
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