La semana pasada, prácticamente de sorpresa, llegó el aviso de que la banda mexicana de post rock Austin Tv vendría a la sala Le Club, en Coruña. Ya no es que sea raro tener acceso a este tipo de grupos en la ciudad, es que directamente es un lujo que pasen por España y aún quedan unas pocas oportunidades para disfrutar de su directo.
Y por ello había que meterse allí con la camarita, y he aquí tres ejemplos remotamente aproximados a lo que suponen los Austin en vivo. Remotamente porque la experiencia de vivir sus progresiones es única, un espectáculo fantástico e intenso que se retroalimenta de un gran sentido del humor y cercanía que en otros casos nunca existirá (sin que eso los haga peores, desde luego).
El circuito de salas se merece que este tipo de alternativas llenen, tanto por arropar a los artistas como por hacer que el público descubra opciones de directo que jamás alcanzarán este grado de intensidad en festivales o shows de estadio. Son formatos diferentes, desde luego, pero sin lugar a dudas los macroeventos han desligado al espectador de un componente único de la música en directo: la posibilidad de que el ambiente a un lado y otro del escenario sea compartido. Un grado emocional que suple, con creces, la ausencia de grandes espectáculos de luz y efectos visuales para dar relevancia a lo importante: la posibilidad de tener a un palmo de distancia a ese tipo de gente capaz de hacer magia en forma de música.
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